¿Por qué el aceite de oliva virgen es más beneficioso?
Artículo de El Mundo | Suplemento salud
La evidencia científica crece. La dieta mediterránea, y en particular el aceite de oliva, son claves para cuidar el corazón.
Recientemente se presentaban en Madrid los resultados preliminares del estudio PREDIMED, un trabajo multicéntrico español, liderado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) encaminado a dejar constancia en la literatura médica de los innumerables beneficios para la salud cardiovascular de la dieta mediterránea.
En aquella ocasión, los autores, al frente de los cuales se encuentra Ramón Estruch, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Clínic de Barcelona, expusieron las bondades que, fundamentalmente el aceite de oliva y los frutos secos tienen para el cuidado de las arterias coronarias.
Según los especialistas, el alto contenido en grasas monoinsaturadas es lo que hace que estos productos típicamente mediterráneos sean tan beneficiosos para el corazón. Estos ácidos grasos elevan el colesterol 'bueno' (HDL), reducien la cantidad del 'malo' (LDL), ayudan a controlar la presión arterial y, para colmo, tampoco engordan tanto como se piensa.
De hecho, los frutos secos, enemigos ancestrales de las dietas de adelgazamiento, contienen una gran cantidad de fibra, lo que ayuda a favorecer la sensación de saciedad y, en consecuencia, la reducción del apetito. Además, este mismo factor mejora el tránsito intestinal, otro hecho que contribuye a mantener el peso adecuado.
De esta manera, y a pesar de que haya que consumirlos con moderación, el aceite y los frutos secos han pasado a ser aliados indiscutibles de la salud.
Oxidación
Esta misma semana, otro trabajo europeo publicado, al igual que el anterior, en la revista 'Annals of Internal Medicine', y también liderado por investigadores españoles, ha constatado una realidad que los científicos ya intuían: que el aceite de oliva no es valioso únicamente por su contenido en ácidos grasos monoinsaturados.
El antiguamente llamado 'Oro del Mediterráneo' esconde, además, otro secreto cardiosaludable: los polifenoles, unos antioxidantes de origen vegetal de acción muy potente contra dos factores cruciales a la hora de evaluar el riesgo cardiovascular, como son la fracción de colesterol 'bueno' (HDL) y la oxidación del LDL, más conocido como colesterol 'malo'.
«Desde hace tiempo se sabe que el colesterol LDL es un marcador predictivo del riesgo coronario, pero tan importante es tenerlo alto como tenerlo oxidado», explica a SALUD María Isabel Covas, principal firmante del seguimiento e investigadora del IMIM (Instituto Municipal de Investigación Médica), de Barcelona. «No queremos decir que tener el LDL alto no sea importante; pero hay que prestar mucha atención también al nivel de oxidación de ese colesterol y es ahí donde los polifenoles juegan un papel esencial», apostilla.
El Aceite de Oliva, que sea Virgen
Los científicos escogieron a 200 adultos sanos de entre 20 y 60 años procedentes de seis países europeos (el trabajo es multicéntrico e internacional y recibe el nombre de EUROLIVE) que, consecutivamente, tomaron una cantidad diaria de aceite de oliva virgen, de aceite refinado y una mezcla de ambos (la dosis era la equivalente a la que se ingiere en una dieta convencional).
El único factor diferencial entre los tres tipos de aceite era su concentración de polifenoles. La variedad virgen es la que más contiene y el refinado la que menos.
Después de concluir la batería de pruebas dirigidas a evaluar los diferentes marcadores de riesgo cardiovascular, comprobaron que, si bien todos eran beneficiosos para el corazón, la variedad virgen era la que confería una protección extra debido a su mayor efecto sobre la elevación del colesterol 'bueno' y a la eliminación de radicales libres; unos elementos derivados del metabolismo celular que son responsables de la oxidación del colesterol 'malo' en las arterias.
«El aceite de oliva es algo más que grasa monoinsaturada . Su contenido en compuestos fenólicos ofrece un beneficio adicional con respecto al nivel de lípidos plasmáticos y al daño oxidativo», rezan las conclusiones del trabajo.
«No queremos decir que el resto de los aceites no sean buenos; simplemente hemos corroborado que, de entre los buenos, el de oliva virgen es el mejor», insiste esta especialista.
En realidad, estos hallazgos pueden parecer poco novedosos o nada sorprendentes, pero en realidad se trataba de corroborar, siguiendo el método científico, una realidad que se asumía como cierta, pero de la que no existen muchas pruebas de laboratorio que las confirmen.
Asimismo, Covas recuerda que las implicaciones de estos resultados son especialmente importantes en países diferentes a España, lugares en los que están menos acostumbrados a ingerir y cocinar con aceite de oliva.
«Es muy difícil cambiar los hábitos nutricionales de la población de manera que le tiene que ofrecer datos muy sólidos de que estas modificaciones merecerán la pena con respecto a su salud», añade la experta.
Pautas en la Dieta Mediterránea
- Las legumbres son las grandes olvidadas de la dieta, pero deben consumirse con una frecuencia de tres veces por semana. Sus proteínas son de gran calidad y su aporte calórico no es muy grande
- El pescado y el marisco también deben ganar terreno en nuestra pirámide alimentaria. Deberían estar en el plato un mínimo de tres veces semanales. Una de ellas, al menos, sería conveniente optar por las variedades azules.
- En alguna ocasión cada siete días es conveniente tomar frutos secos o semillas. Una buena idea es añadirlos al yogur o usarlos en el aliño de las ensaladas.
- Es preferible la carne blanca (conejo, aves sin piel...) que la roja. También debe restringirse la ingesta de embutidos, quesos curados y carne procesada (hamburguesas, salchichas, albóndigas...).
- Es necesario limitar el uso de salsas grasas o que contengan mucha harina. Por el contrario, es buena idea aderezar pastas, arroces y verduras con sofritos caseros de ajo, cebolla y tomate, mucho más sanos y nutritivos.
- Los siguientes alimentos deben ingerirse de manera esporádica, es decir, cada 15 días o incluso menos: nata, mantequilla, margarina, bebidas azucaradas y refrescos, repostería, bollería industrial, patatas y aperitivos salados de bolsa, tentempiés preparados, alimentos precocinados y comida rápida.